► Ahora las cosas me duelen menos, casi como que no se entiende que tipo de dolor es, o en donde fueron los impactos; ahora duelen como un recuerdo.

Me levante y mire aterrorizado, una ola de viento húmedo chocaba contra mi espalda. Nunca tuve tanto miedo en mi vida, pensé que no iba a volver a ver a mi viejo, a mi novia, a mi perro. Grité dos o tres veces para que alguien me ayudara, giré y un dolor agudo me gano el abdomen y subió hasta el pecho, volví a girar, entendí que la bala todavía estaba ahí, cerca del corazón, en el mejor de los casos.

No vi el film de mi vida, lo cual hubiese sido divertido y un tanto melancólico, una reseña de las cosas que ya nunca mas iba a volver a ver. Me ganó el llanto, que duró un rato largo, ahí fue cuando me acorde de vos y de las cosas que me decías cuando te enojabas. Me acordé también que era el cumpleaños de mi hermano, y que una vez, la primera vez que casi me muero, el lloraba mas que yo, que estaba sangrando a montones. Hasta ese día, nunca me había dado cuenta de lo tanto que lo quería y necesitaba. Quiso acompañarme, pero le dije que no hacia falta, yo podía con dos o tres pendejos mal criados.

La noche se hizo larga y yo ahí tirado. Mis amigos de joda, mi mama en casa, por ahí dormida o mirando la tele. Todo se volvía hermoso, todo valía el triple, todo me encantaba. Aunque intentaba, no podía entender el antagónico funcionamiento de los sentimientos; ojala estuviéramos peleando, ojala este ahí mi mama retándome, ojala estuviese en la clase de matemáticas.

No voy a detenerme en la trillada reflexión sobre el poco valor que le damos a las cosas y blah blah blah… lo interesante de la muerte es que estando ahí, viviéndola, uno quiere que sea eterna. Antes deseaba no morir nunca, ahora quiero morir toda la vida, quiero entender como y por que hice lo que hice, y todavía así, volverlo a hacer.

Yo me voy, pensé. No quería que nada interrumpiera mi catarsis, que en definitiva es la única muerte en vida que tenemos; dejar atrás lo malo para volver a nacer e intentarlo de nuevo.

-Hola, tengo una bala en el pecho y otra no se bien donde- le dije a la muerte, que esta vez estaba de blanco y un poco preocupado.